La mayoría de las tradiciones que pretenden proponer una vía
de realización espiritual, presentan generalmente
la sexualidad como el elemento disipador cuyo lugar debe resumirse al
mínimo estricto. En efecto, está considerada como una
fuente de energía potente, un fuego vital que puede ser devastador.
Por lo tanto, debido al riesgo potencial de desviación que posee,
es mencionada en todas las religiones dominantes como una actividad
que se aleja de Dios a la imagen de santo Agustino que asocia la sexualidad
a la carne por oposición al espíritu, las religiones ponen
en guardia el ser humano contra las trampas de una sexualidad que se
alejaría de manera demasiado radical de lo que consideran como
su fin original: la procreación.
La mayoría de las vías espirituales vinculadas tanto a
las tradiciones orientales como occidentales, predica
la ascesis para alcanzar la liberación de los sufrimientos de
este mundo ya que la naturaleza humana no es capaz de resistir al poder
de dispersión que contiene el sexo.
Existen
sin embargo otras vías, al acceso más complejo y más
difícil, que aportan una dimensión sagrada
a la sexualidad y que llegan incluso, en algunos casos, hasta considerar
la energía sexual como pudiendo ser la causa del proceso de realización
y elevación del ser humano. Estas vías, calificadas por
algunos de peligrosas y que mencionan la conquista y el control de la
energía sexual, mucho tiempo siguieron siendo secretas o confidenciales
ya que hay siempre iniciaciones largas y difíciles antes de poder
abordar las prácticas sexuales que pueden llevar a la iluminación.
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